LA DIGNIDAD DEL FOLLOWER
Estaba hundido, como absorbido por el sillón, y mientras sollozaba amargamente me miró a los ojos y dijo: “Si yo tuviera un buen señor, que buen guerrero sería”.
Quedé asombrado ¡Qué gran frase!
El hombre enfrente de mi estaba siendo acertado y clarividente, sufría porque andaba desnortado, pero tenía clara la comprensión de que no había nacido para liderar. Estaba hecho, como tantos millones de excelentes personas, para ejecutar un plan y llevarlo a cabo. Mientras lo contemplaba y le escuchaba, podía apreciar en ese ser humano un halo de tanta dignidad que la habitación se inundó, en aquel momento, de un ambiente sacramental.
La frase de mi consultante resume casi todo lo que quiero decir en este artículo, debo reconocerlo.
No todo el mundo ha nacido para ser líder. Y peor aún, querer ser líder cuando nadie te elige o pretender liderar sin poder hacerlo, son unas de las desdichas más comunes que veo en cierto tipo de personas. No hay nada peor que no aceptar las limitaciones de uno mismo.
Y es que hay un gran negocio detrás de todo lo que nos habla de liderazgo, de auto liderazgo o, como mis cansados ojos han llegado a ver, neuroliderazgo. Puede el lector llamarme paranoico, pero veo bastante mala intención acompañando estas propuestas. ¿Para qué quieren hacernos creer que todos podemos ser líderes? Yo siento que hay mucho truhan, mucho aprovechado entre aquellos que estructuran un negocio detrás de aprovecharse del sufrimiento y los anhelos de la gente. Cuando leo cosas del tipo “Te ayudamos a conseguir tus sueños” o, “Conviértete en el líder que quieres ser”, me siento mal, se me gira el estómago y pienso que es el marketing más tirado del mundo, me parece la más obscena de las ventas.
En realidad, mi deseo es reivindicar la figura de aquellas personas que no son, ni serán, líderes. Ensalzar la figura del que sigue y devolver al follower la importancia de su existencia. Este es el propósito de este escrito, acompañar al lector desde las oscuras catacumbas del liderazgo fake al honor de pertenecer a algo más grande que uno mismo.
Ninguna de mis ideas puede tomarse como una verdad absoluta, por supuesto, aunque detrás de toda esta zarandaja del liderazgo, subyacen algunas paradojas y enredos que me hacen pensar y quisiera prevenir a mis lectores acerca de este tema. Me parece que hay que informar a las personas para que puedan tener diferentes informaciones a la hora de plantearse el tema del liderazgo. En los párrafos siguientes desgranaré las contradicciones que he hallado en las propuestas que leo cotidianamente en las redes sociales acerca de formaciones, congresos y jornadas sobre el asunto que nos ocupa.
Paradoja 1: La paradoja del liderazgo mal entendido
¿Se puede aprender a ser líder o se nace líder? Escuelas de coaching, de psicología barata, de técnicas de ventas, de másteres de liderazgos emocionales y productos así, quieren hacerte creer que vas a poder cambiar con ello tu vida y la de los demás. Apuntalan su economía con este tipo de formaciones seductoras, cosas del tipo “Lidérate a ti misma”, “Consigue la abundancia a través del Liderazgo” “Reinvéntate como Líder” o “Mejora tus soft skills de liderazgo para lograr un mundo al el que todos quieran pertenecer” saltan a tus ojos en cuanto abres las aplicaciones de tu smartphone y florecen en los costados de la pantalla de tu ordenador.
La gran mayoría de estas ofertas son venta de humo, pasteles trufados de tópicos manidos e insostenibles.
A ver, no puedo negar que en alguno de esos encuentros haya gente que ha logrado cambiar cosas. Lo que ocurre es que esas personas, probablemente, son contadas excepciones. Veo a mi alrededor mucho fracasado en las cunetas de la autopista del liderazgo. Mucha gente magullada, en su autoestima y en su bolsillo. Al líder, le ha de acompañar un retazo de carisma como mínimo, cierta gracia, El líder nace con cierto don. Es su tarea la de mejorarse en su camino, por descontado, pero para algunas cosas no nos llevemos a engaño, hay que tener madera.
La palabra carisma hace mención a un don de dios, el carisma -decía mi abuela- no se vende en las farmacias. ¡Te lo proporciona el Espíritu Santo, no una escuela de negocios ni de psicología de la cuarta ola!
Podemos poner el ejemplo de alguien que tiene timidez. Si eres una persona tímida te llevará mucho esfuerzo hacer una buena presentación, aunque seguramente puedes hacerla. Podemos apostar que nunca será una presentación a lo estrella de Hollywood, pero con esfuerzo y jugando bien sus cartas, un tímido puede capturar la atención de su audiencia. Tal vez el camino a su estrellato, no sea pretender ser como un líder vikingo sino como alguien que puede presentar muy bien jugando con la timidez a su favor.
Dejadme que os diga, no todo el mundo puede ser líder. Es más, debes saber que estadísticamente hay muchas probabilidades, querido lector o querida lectora, de que no sirvas para líder.
Piensa en algunos de los líderes que han generado inspiración, esos a los que nos remiten una y otra vez los vendedores de humo del liderazgo. Los más nombrados son, en el terreno emprendedor, Bill Gates, Steve Jobs, Richard Branson o Elon Musk. Encontramos líderes políticos como Churchill o Mandela, deportivos como Guardiola, Jordan o inspiracionales como el bueno de Shackleton y su expedición al polo. Le pido al astuto lector y a la avispada lectora que reflexione bien:
¿Cuántos de ellos estuvieron sentados en una escuela de liderazgo? ¿Puede alguien, por ejemplo, imaginar a Jobs en un curso online de como aumentar sus habilidades de líder? ¿Alguien vio a Michael Jordan en un curso de mejorar recursos para liderar un equipo de basketball?
Y esa es la primera de las paradojas, para ser un líder, te sientan en una silla y te convierten en el más adocenado de los followers. Aquél seguidor que, en su inocencia infinita, sustenta la economía de un gañán.
La segunda paradoja: El mito del auto liderazgo.
Con toda la retahíla de propuestas neoliberales, se ha puesto de moda la idea de liderarse a una misma, a uno mismo. Es decir, en muchas ocasiones se puede leer por ahí la idea de que debemos tener madera de líderes, guiarnos a nosotros mismos. Eso equivale a presuponer que todos debemos tener claro nuestro propósito para diseñar un camino emocionante hacia el éxito en la vida. Así, a través de una actitud ganadora, arrastrar con nuestra pasión a la desgraciada plebe que no conoce las técnicas secretas del autodominio. Frases del tipo “Si te caes siete veces, te levantas ocho” o “No pain no Gain” suelen resonar en este tipo de enfoque. Sin embargo, si meditamos bien el asunto, nos daremos cuenta de la imposibilidad de la empresa:
Si decides autoliderarte por que otros te lo han sugerido, no te autolideras, en realidad sigues la demanda de un tercero, por tanto, eres un pedazo de follower.
Cuanto más líder quieras ser a demanda de otros, mejor seguidor estás siendo. Solamente puedes liderarte a ti mismo si a la demanda de alguien externo para autoliderarte, no lo haces. Es decir, el verdadero liderazgo propio sería en este caso, ser un seguidor y no liderarte a ti mismo. En este tipo de bucles podemos caer a menudo en la vida, en lo que la vieja escuela de psicoterapia de Palo Alto denomina “La paradoja del sé espontáneo”. Esa paradoja, en lugar de acercarte al Edén de los sabios te despeña al infierno a través del barranco de los memos. Si te autolideras de motu propio, simplemente actúas. Y el verdadero líder se hace responsable de sus actos, aunque en ocasiones, éstos sean un verdadero detrito.
La dignidad de ser follower
Es cierto que en la vida debemos aceptar que alguien sea la persona que se atreva a dirigir alguna situación, pero como vemos en todas las películas de desastres, al líder lo eligen por alguna cosa. Quién tiene la autoridad es importante pero el que hace que alguien logre convertirse en un Moisés, es el follower. Es la persona que sigue quién engrandece a la que conduce el autobús.
Esto es muy serio:
Si quieres saber como es un líder aprende a mirar a sus colaboradores en el trayecto. Solo los grandes followers hacen grande un proyecto.
Una de las habilidades del verdadero líder es exudar confianza. El buen seguidor es el que confía en ese menda, sigue sus indicaciones y de su buen trabajo depende el éxito de la misión. Y no es nada fácil esa tarea para aquél que lleva la voz cantante, mostrar confianza suele ser resultado de ser congruente, alguien cómodo en su propia piel. Por eso hay pocos líderes confiables. La verdad, no sé lo que opinará la persona que me lee, pero yo nunca confiaría en nadie que no se parezca a sí mismo. En alguien que intenta ser quién no es.
Es tan importante la tarea de los integrantes de una organización así que hay que poner atención en saber cuándo has de saber ser follower. En tiempos líquidos como el actual, hay que recuperar la dignidad de ser un buen guerrero. El imperio de Roma se construyó sobre la dignidad de sus legiones y las bondades de su sistema. Todos podemos recordar la maravillosa escena de “la vida de Brian” en la que todos los personajes, criticando al Imperio Romano solamente consiguen enumerar sus bondades. El éxito del Japón tras la segunda guerra mundial tiene que ver con la capacidad del pueblo japonés en seguir y perfeccionar las estrategias diseñadas para lograr lo que se desea. No es asunto sencillo lograr ser un partícipe de calidad en cualquier proyecto de la vida, requiere fuerza de espíritu, humildad. Capacidad de ofrecer reconocimiento sincero. También es importante estar dotado de una fina ironía para manejar los conflictos y ser capaz de descubrir las cosas buenas del otro. En realidad, ser un líder es casi más fácil puesto que, en gran parte, los astros barnizan al elegido. Tal vez el que ejerce la posición de capitán del barco tiene un planeta en tauro y un ascendente escorpio, tal vez un padre rico o una madre maestra. ¡Nunca se sabe!
El follower y la follower son como los antiguos Caballeros medievales, luchan por una buena causa y son piezas maravillosas del mejor de los mecanismos, nadie piense que son unas indefensas ovejitas a merced del primer coyote pulgoso que llegue. Nada más lejos de la realidad.
Reivindico aquí la figura del seguidor, la figura de lo que entre estrellas rutilantes de un equipo deportivo se denomina la “clase media”, ningún equipo legendario se formó sólo con capitanes. Los mejores cuadros deportivos de la historia fueron producto de esa combinación entre guerreros y luchadoras que conocían muy bien su trabajo y otros que consiguieron enamorar a sus compañeros con su carisma logrando el compromiso de todos.
No quería filosofar, solo pretendo decir lo que mi cliente, abrumado por el dolor, expresó de manera tan profunda y tan crudamente cierta.
No todos podemos ser líderes. Y la buena noticia es que no eres ninguna una mierda si no lo eres.
La vida digna es aquella en la que podemos estar razonablemente satisfechos de nuestras actuaciones. Tiene que ver con la inteligencia insondable de reconocer las propias capacidades, los propios puntos débiles y ser conscientes de aquello que debemos hacer. Curiosamente, a lo largo de mi vida, he descubierto algo que puede convertirse en la tercera paradoja de este texto:
Si hay un camino al liderazgo es el de poder rechazar el rol de líder.
Hay un montón de pillos por ahí haciéndote creer que puedes desarrollar tus dotes, gente que no ha vendido ni una lata de fanta en su vida y que proclama en las redes sociales como vas a petarlo, todo este castillo de naipes sólo se sustenta, como bien identificó mi paciente si todavía mantienes un deseo de ser quién probablemente no eres.
Aún estás a tiempo de convertirte en un líder fracasado y podemos ayudarte a identificar las pautas a seguir para ello, si aún deseas eso en lugar de aprender a dignificar el rol de follower:
Manual del fracaso como Líder en cinco pasos
- Pretende ser líder sin ni siquiera tener un proyecto: Empezar la casa por el tejado siempre es una buena manera de conseguir un rosario de decepción.
- Gasta el poco dinero que tengas en hacer una formación de alguien que, en lugar de estar mandando cohetes a Marte, está intentando dar cursos sobre el tema. Llenar tu agenda de cursos de ese tipo en busca de un propósito de vida para luego liderarte a la nada es el sendero trillado de la ruina emocional y económica.
- Entra en una estrategia piramidal de compra-venta de humo. Es decir, apuntarse a aprender de alguien para enseñar a otros. Sobre todo si es algo de lo que careces de experiencia, es una estrategia fracasada de antemano.
- Realiza unos cursos de liderazgo y postúlate en tu empresa como renovador. Si existe una manera de abrasar tu autoestima es precisamente esa. Las empresas prefieren pagar a un gañán desconocido antes que confiar en alguien de dentro. Sin excepción.
- Niégate a ser un follower digno, no reconozcas que otro tiene más calidad o gracia que tú. Envidiarlo secreta y públicamente hasta provocarte una cirrosis es un recurso espectacular para convertirte en un amargado.